¿La educación inicial es obligatoria? Esta fue la pregunta que más escuché entre los meses de marzo y abril de este año. Como coordinadora del nivel inicial en en el Colegio Jean Le Boulch, muchos de los padres y madres se comunicaron conmigo con esa interrogante, durante todo el proceso de adaptación a esta nueva realidad. La respuesta formal, según las leyes del Perú, es que no. Así, un niño puede ingresar al primer grado de educación primaria sin haber asistido a ninguna de las edades de la educación inicial. Pero… ¿es esa realmente la pregunta que los padres querían hacer? ¿Qué hay detrás de esa inquietud?
Una educación en la virtualidad para los niños de la primera infancia hubiese sido casi impensable hasta hace unos meses. En primer lugar, porque sus principios se contraponen con todo aquello que las múltiples teorías y corrientes de la educación nos han enseñado: que los niños requieren materiales concretos, que el aprendizaje debe ser cooperativo, por descubrimiento, manipulativo, exploratorio, vivencial, vinculante y muchas otras características más. En segundo lugar, si queremos ser más directos, simplemente porque para captar la atención de los niños y motivarlos no hay nada mejor que estar todos juntos en un espacio que te permita ofrecerles variedad de experiencias.
En este proceso, he acompañado numerosas clases virtuales con niños entre los 3 y 6 años y he podido ver cómo las profesoras buscaban e inventaban mil recursos para llegar a los pequeños. He presenciado cómo los episodios de frustración, que muchas veces acompañamos en el colegio como maestras, se hacían más difíciles al estar los padres al lado de los niños. Y, sobre todo, he escuchado a los niños diciéndoles a sus maestras cuánto extrañaban el colegio y cuánto las apreciaban a ellas y a sus compañeros. Después de todo esto, me di cuenta que en realidad, detrás de esa pregunta hay una fuerte carga emocional, un gran temor de los padres al no saber cómo acompañar a esta infancia que ahora habita de forma permanente dentro de su casa, cómo acompañar la infancia de unos hijos que normalmente pasan la mayor parte del día en el colegio, y con los que ahora se ven obligados a convivir las 24 horas del día.
Me pregunto: ¿será que cómo sociedad no conocemos a nuestras infancias? Hace unos días leí una entrevista a Tonucci en la que dijo una frase que me remeció en lo más profundo: “De los niños hablamos mucho, pero no se les pregunta nada”. Al igual que los padres, muchos expertos y docentes, me pregunté muchas veces en las primeras semanas de esta pandemia si era factible llevar a nuestros niños más pequeños de la escuela física a esta educación virtual. Me reuní con las docentes, con el consejo educativo, con los padres para ver opciones, horarios, posibilidades. Pero ahora me pregunto: ¿No hubiese sido mejor hacerles esa pregunta a los niños? Ahora me imagino la vorágine de respuestas y la multiplicidad de opciones que ellos nos hubiesen expresado.
Sin embargo, esto nos debe ayudar a reflexionar. Los niños siempre nos están dando lecciones. Ellos tienen una maravillosa capacidad de adaptarse, de recrear, de saber estar en diferentes e insólitas situaciones. ¿Por qué es que los adultos los queremos tanto, pero nos es tan difícil escucharlos?
En el texto Enseñar o Aprender, Tonucci expresa la importancia de diversificar y enriquecer los lenguajes dentro de la escuela, lo cual se contrapone a lo que muchas veces sucede en la realidad. Dado que en un afán de “aprovechar el tiempo”, priorizamos ciertas actividades y materias sobre otras, dejamos de lado muchas veces las que se consideran socialmente “menos útiles”; generando un empobrecimiento de la escuela y de la vida de todas las personas que conviven dentro de ella.
La virtualidad, no fue la excepción a esta costumbre. Al tratar de establecer un horario equilibrado para los más pequeños que permita mantener las relaciones con sus compañeros y el aprendizaje en equipo y que, al mismo tiempo, logre aprovechar los espacios con la familia en casa, nos encontramos ante un gran reto. Agradezco ser parte de una escuela que tiene este punto muy claro. Por lo cual, tanto en lo presencial como en lo virtual, incluimos dentro de nuestras actividades al arte, la motricidad, la filosofía, la investigación y el aprendizaje autónomo. No obstante, observo con tristeza a mi alrededor como el la gran mayoría de colegios en Lima venera el aprendizaje netamente cognitivo y memorístico.
Algunos se preguntarán ¿acaso la función de la escuela no es instruir, educar, preparar a los niños para el futuro?. Y yo me pregunto qué significa esa pregunta: ¿es que el objetivo de la escuela se centra en un logro a futuro? ¿Y el hoy dónde queda?
Concuerdo con Tonucci en que la escuela, lamentablemente, se ha convertido en el único espacio de socialización para la mayoría de niños. No solo para interrelacionarse con sus pares, sino también en el único espacio de actividades físicas, de recuperación, de juego seguro y hasta muchas veces de terapia. Es quizás este aspecto el que más se ha visto mellado en la virtualidad. Ahora bien, podría pensarse que al estar con la familia, no sería necesario que la escuela cumpla estas funciones ya que el tiempo en casa podría aprovecharse como nunca antes. Lamentablemente no es así, existe aún una pobre concepción de la infancia como aquella etapa de la vida que necesita ser guiada. Cuánto nos falta aún por entender, cuánto podríamos aprender de los niños, si los mirásemos de otra forma, si los escucháramos realmente.
Finalmente, si el objetivo de la educación básica es preparar a los niños para el futuro, entonces ¿el de la educación de la primera infancia es prepararlos para la primaria y el de la estimulación temprana es que los bebés entren listos al nivel inicial? ¿En qué momento educamos para el hoy? ¿Cuándo construimos conceptos, ideas, aprendizajes que les interesen a los niños? ¿Cuándo dejaremos de darles a los niños respuestas a las preguntas que aún no se han hecho y empezaremos a escuchar lo que nos quieren decir ya sea en la escuela edificio o en la escuela virtual?
Referencias bibliográficas
Belenda, Ana y Franceso Tonucci. 2020. De los niños hablamos mucho, pero no se les pregunta nada. La voz de Galicia. (https://www.lavozdegalicia.es/noticia/yes/2020/05/30/ninos-hablamos-pregunta-/0003_202005SY30P24991.htm)
Tonucci, Francesco. 2013. Enseñar o aprender. Buenos Aires: Editorial Losada.