Entrevistas, Filosofía (Entre Paréntesis)

Arte & Educación: Entrevista a David Pimentel

David Pimentel es un artista multidisciplinario. Egresado de la especialidad de grabado por la Pontificia Universidad Católica del Perú, con estudios en la Universitat de Barcelona. Su trabajo explora las posibilidades de la imagen virtual y la adaptación del consumo visual en la sociedad contemporánea, en el 2019 funda el Taller Estampida, un espacio donde despliega su obra como editor gráfico, se vuelve artista residente continuo en el espacio y recibe continuamente a personas interesadas en incursionar en el oficio gráfico. Actualmente se desempeña como maestro editor, profesor de artes visuales, ilustrador y músico. Ha sido partícipe de residencias, exposiciones y festivales internacionales. En esta conversación abordamos su experiencia como profesor de arte en escuela primaria, las relaciones entre arte e infancia y su más reciente proyecto realizando talleres virtuales de arte en Instagram con recursos poco convencionales.


José María Taramona: Gracias por acceder a tener esta conversación. Me gustaría empezar hablando del tiempo en que estuviste como profesor de arte en la escuela con niños y niñas de primaria, si no me equivoco. ¿Cómo fue esa experiencia? ¿qué descubriste en ese tiempo sobre el arte infantil y la relación con la infancia? ¿Qué desafíos se te presentaron?

David Pimentel: Gracias a ti por invitarme a compartir sobre mi tiempo en el Colegio, no sólo como profesor sino en sí toda la experiencia que tuve, en el sentido de que yo soy ex alumno también y es el único colegio donde he enseñado. Para empezar, tuve el encargo de enseñar arte en primaria. Yo venía de dar talleres para chicos en verano, talleres cortos de una vez a la semana también, pero en un ambiente más veraniego. Había un compromiso sí, pero no había una secuencialidad “tan estricta” como en un colegio. Es imposible separar la vida del alumno de por sí en una sola clase, por más que se pretenda eso; el chico viene de una clase de matemáticas antes, se prepara para almorzar, para salir a jugar o para una clase que va a ser después. Es decir, todo eso interfiere en su concentración a la hora de enfrentar un encargo de carácter artístico, más “libre”. Hay un acercamiento hacia el arte, que por un lado es muy positivo en los niños, relativo a la libertad, pero también existe un peligro y es, justamente, no saber administrar o qué hacer con esa libertad.. Y eso también se da por cierta rigidez que encuentran los chicos, incluso en las actividades artísticas, y que va de la mano con el talento. Y acá viene algo que yo también descubrí, y que había detectado ya en mi formación universitaria, pero que en la etapa escolar lo viví de una manera mucho más notoria y me hizo entender muchas cosas respecto a lo que es una vocación e inclinación artística. La clase de arte suele ser pensada como un espacio de relajo por los chicos y no me parece mal que sea así. Pero, homogeneizar un salón donde hay de 12 a 15 chicos, todos muy distintos, con distintas experiencias hasta ese punto de su vida, distintos talentos, distintas predisposiciones al aprendizaje, es muy complicado y es un gran reto. Lo que intentamos en el arte está en dar una experiencia sensible que el alumno pueda experimentar y que va de la mano del conocimiento pero no de una manera tan rígida como en otros cursos. A los chicos yo no los voy a evaluar según qué tanto memoricen o aprendan fórmulas o sepan usar el conocimiento para resolver problemas, sino más bien todo lo que voy a ver es que los chicos utilicen su creatividad. Pero esa creatividad se desarrolla a través del trabajo y la disciplina: la libertad no quita el rigor. Entonces, al enfrentarme a un salón con niños de 8 a 10 años lo que voy a evaluar, más que el resultado en sí, es cómo el niño encuentra en esa creatividad un camino de rigor, que es la disciplina y que va de la mano con el resultado. O con la actitud que el niño le pone a la clase. Me he dado cuenta que habían chicos que lo aprovechaban mucho y otros muy poco. Era inevitable que eso pasara y lo complicado era que en el salón podías tener 4 o  5 niños que han descubierto que son buenos para el arte, y se han dado cuenta desde la primera clase, pero a la par tienes niños que en media hora ya se dieron cuenta que ese no es su curso.  Uno trata de hacer las cosas para que ese alumno al cual no llegó la clase como debería, se mantenga a la expectativa y eso es lo más complicado y desgastante. Los niños tienen un acercamiento a las cosas desde la experiencia pero también muy vinculado con la emoción, los sentimientos que le puedan generar las adversidades y en el arte no está muy claro cuál es la adversidad porque no hay una respuesta correcta. Entonces depende mucho de qué tanto te interese resolver las dudas o los cuestionamiento que te va a plantear el profesor con cualquier herramienta o material. Si asumes esa dificultad como un reto, te va traer un resultado y ese resultado inevitablemente será procesado por un juicio estético. A veces pasa que en el arte, por más tiempo que trabajemos, el resultado no necesariamente es estéticamente agradable: ahí es donde entra la emoción del niño que dice ‘oye me he tirado media hora haciendo esto y no ha llegado a ser lo que yo quería que sea’ o ‘no ha llegado a ser lo que mi otro amigo a hecho en diez minutos’. Entonces ahí me di cuenta de esa cualidad emocional que va de la mano con la práctica artística y que para los niños significa una prueba interesante.

JM: Hay algunas ideas que comentas que me interesaría abordar y pensarlas conjuntas: libertad, creatividad, disciplina y motivación. ¿Crees que estos aspectos pueden ser cruciales tanto para la experiencia artística infantil como para el mismo oficio del artista?, ¿cómo se conjugan?

D: Hay muchos conceptos  que se conjugan a la hora de empezar una carrera artística, y la libertad, la creatividad, la disciplina y la motivación son muy importantes. Si tuviera que empezar uno por uno seguro empezaría por la libertad: Hablamos del arte como el campo de las libertades. El artista plantea siempre una noción propia de la realidad. Plantea, por decirlo así, irrealidades:

Desde el mismo hecho de dibujar una manzana puesta sobre una mesa, te estás basando en la realidad para generar algo nuevo que va a funcionar como una evocación de lo real, pero que es una interpretación personal de lo que estás viendo. En esa acción tan sencilla se encuentra un acto de libertad que detona y deviene en una obra. Entonces, entendiéndolo así, el arte es la primera manera o la forma más pura de demostrar libertad de pensamiento, de opinión, de acción, etc. Es por eso que el arte a veces va en contracorriente de la censura o en contracorriente de cualquier dogma. .

El segundo concepto, la creatividad, viene de crear y crear es justamente ejercer la libertad para traer al mundo físico cosas que no han existido antes. Podríamos entrar en elementos casi comparables o equiparables a la divinidad o a la idea de un Dios creador. Esa es la razón por la cual muchos artistas suelen ser agnósticos o no creer en las figuras religiosas y que nuestro trabajo constante esté en una pugna entre la realidad y la fantasía.  Yo creo que esa es la razón por la que también se nos tacha de anárquicos. Pero responde a un camino que te va a mantener en constante prueba, porque es justamente la creatividad lo que se busca y lo que es tan anhelado para llevar a la vanguardia los nuevos pensamientos o las nuevas maneras de consumir información. Por lo visual puedes generar un valor que luego va a repercutir en la mente de las personas y también en la noción que tengan sobre ti.

Hemos vinculado la libertad y la creatividad como dos elementos que son cruciales para el oficio del artista. Un artista que no innova, que no busca generar algo corre el riesgo de enfrentarse, no solo a aquellos que plantean ‘lo nuevo’, sino que también se ve limitado al hecho de que ya en el pasado, los artistas se habían dedicado a romper todos los esquemas en técnicas tradicionales. Creo que en la actualidad deben haber muy pocas personas que pinten como los artistas del Renacimiento porque el arte ya no está interesado en presentar la realidad ni la divinidad como en ese entonces Ni si quiera sabemos bien en qué creer. el mundo ha ido cambiando y los temas históricos y sociales van apareciendo y los artistas tienen que ser los encargados de hablar sobre estos temas, hablar sobre la coyuntura del mundo pero con los nuevos medios que van apareciendo. Es ahi donde se vinculan muchas ramas del conocimiento a la hora de entrar a los procesos creativos.

La disciplina es el motor mediante el cual puedes lograr mejorar técnicamente en algo. Esto de todas maneras es muy importante porque el talento, que es otro concepto que no hemos mencionado pero que está inmerso en todos estos, te va a condicionar respecto al resultado de tu trabajo, pero el talento solo y sin práctica es como un auto nuevo  que no sacas a pasear: mientras más lo tengas ejercitado más vas a dominarlo, más vas a saber qué hacer con él, más gente lo va a ver. Siempre hago un vínculo entre un artista y un deportista: los dos son personas que tienen un talento especial, ‘tocados por Dios’, gente que tiene un don y que les sirve no solo para estar motivados practicando, sino para generar algo alrededor suyo. La gente espera mucho de ellos, una atención que al final podría hacer que una persona pueda perder un poco el control. Es decir, cuando tienes muchas personas mirando, muchas personas diciéndote que eres lo mejor, pueden generarse ciertas dificultades que tienen que ver con el ego y la idea personal que tiene de uno mismo. Eso puede llevarte a generar actitudes no muy positivas y es en ese momento cuando la disciplina tiene que aparecer y la disciplina tiene que guiar tu camino. […] es algo que creo que funciona como los pedales de cambio en un auto, tienes que acelerar y frenar todo el tiempo porque se te pueden confundir las cosas. Hay que vivir motivados, pero hay que ser disciplinados también.
Entonces, van de la mano estos dos también, hay que tener una motivación personal, un ego personal que te diga ‘oye, yo soy bueno haciendo esto’ para que puedas darle a esa actividad el tiempo que  vaya depurando tu técnica.

Considero que estos cuatro pilares, entre varios más, son muy importantes en la experiencia artística, ya sea en la infancia o si se toma como un oficio. Hay que saber equilibrarlas y darles a todas un espacio.

JM: Hace un tiempo visité unas escuelas en Barcelona y, entre otras cosas, me llamó la atención la sala de arte de una de ellas. Era un espacio completamente vacío, solo habían pliegos enormes de papel blanco que cubrían toda la pared y al centro una pequeña mesa con materiales para pintar. Para Stern, los niños y niñas han aprendido que cuando producen algo va a haber una respuesta del adulto (congratulación, crítica) y, en ese sentido, han comprendido que al producir algo tienen que buscar cumplir ciertas expectativas para que su trabajo sea elogiado. Entonces, su producción artística busca complacer más que dar rienda suelta a su creatividad. Stern propone que todo trabajo artístico se de en un espacio casi vacío, sin elementos distractores o estímulos (o modelos) para que simplemente creen y se expresen, además de eliminar todo tipo de exposición de trabajos a los adultos.¿Qué te parece esta propuesta teniendo en cuenta los cuatro conceptos que comentamos antes?

D: Pues sí, eso es cierto. Vivimos en una época en donde estamos sobreestimulados de imágenes. Eso es una ventaja y una gran oportunidad, pero también genera ciertas distorsiones y hace que las tendencias y las modas impongan una especie de consigna estética generacional. Eso también tiende a ser peligroso, represivo, y a limitar la actividad de las personas. El arte se enfrenta a problemas cada vez mayores y nos enfrentamos actualmente los artistas a la sobreabundancia de información visual y eso hace que nuestro camino también sea más complicado, en el sentido que los artistas ya no se estiman solo en galerías o museos especializados en arte sino que se legitiman en youtube, instagram, facebook, mercado libre, etc. Se habla mucho de un arte alternativo, ya sea en música, en arte visual , incluso en el teatro y en la producción audiovisual, y son producciones que no van a complacer al gusto estándar que se homogeniza cada vez más y que la gente recibe como bueno, aceptable o bonito. Cada vez es más difícil competir contra eso porque también tenemos que dejar claro que el arte no solo es una experiencia placentera, sino que debería ser por sobre todo, una experiencia reflexiva.

Me parece que esos malabares que hay que hacer entre los cuatro conceptos mencionados van a hacerse siempre supeditados a la reflexión de cada persona, de cada artista, el cual puede elegir qué camino hacer. Respecto a eso que mencionas de las paredes en blanco es gracioso porque en la facultad donde yo estudié, la facultad de arte de la Universidad Católica, el nuevo pabellón parece una fábrica y es todo de cemento, el estilo arquitectónico es brutalista. Y uno dice ‘esta no parece una facultad de arte’, uno esperaría que la facultad esté llena de pinturas por todos lados. Una vez le pregunté al decano (que fue mi profesor) por qué pasaba eso, y él comentaba que todo partía de una teoría psicológica que decía que ellos no podían poner nada que condicione el accionar de los artistas, sobre todo de los años menores. ¿Qué pasa si estás estudiando, eres de primer año y ves que los cuadros que te ponen alrededor son todos de una tendencia cubista? A lo mejor vas a regresar a tu salón y vas a querer hacer cubismo. Fue una cuestión de dejar todo neutro para que encuentres una libertad otra vez, en el accionar propio.

JM: Me quedé pensando en esa idea que comentas de pensar «que los niños son artistas en potencia» (algunos dicen «por naturaleza»), concepción que también se tiene mucho en la relación de las niñas con la filosofía. Creo que sí hay algunas características de la infancia que coinciden con un artista o un filósofo, como esa sorpresa ante el mundo de la que hablas, como un extrañamiento ante la novedad de lo que se ve. Hace un tiempo sigo a algunos pensadores que afirman que la infancia es mucho más que una etapa del desarrollo, que tiene que ver con una forma de relacionarse con el mundo y la vida, con una cierta mirada, con un estar diferente. Heráclito habla de Aión, uno de los tres conceptos de tiempo que tenían los griegos, como un tiempo infantil. Aión vendría a ser un tiempo no cronológico, un tiempo de intensidad, de presente interminable.¿Crees que Aión es el tiempo que se vive en la experiencia artística? ¿un tiempo infantil? Después, hay otra idea que me viene rondando con lo que estamos conversando.

D: Bueno yo creo definitivamente que la infancia es un momento crucial en el desarrollo de todas las personas, por eso es tan importante combatir en general la pobreza y las desigualdades sociales, porque si vamos a hablar de derechos humanos y de igualdad de oportunidades, no podemos partir de escenarios tan abismalmente distintos. Y esto, que parece ser algo estrictamente socioeconómico, tiene una repercusión en el arte también. El arte muchas veces ha sido, y es aún, un lujo para muchas personas. Yo considero que la gente recurre al arte cuando ya sació sus necesidades básicas. En la realidad de la niñez es más notorio, porque el niño depende de los padres y si el padre no tiene para darle de comer, imagínate luego cuánto le costará que su hijo acceda a actividades culturales. Son justamente esos espacios de ocio, los que hacen que un niño se enfrente a esas libertades que van a poner a prueba su forma de ser. Entonces al final eso que mencionas del tiempo infantil va a hacer que todo tu camino tenga una especie de sesgo o una huella. […] Creo que un niño de todas maneras en una etapa temprana va a estar mucho más preparado para el mundo si ha tenido acercamientos a manifestaciones artísticas porque le va a permitir tolerar, escuchar, conocer opiniones que no son las de uno y esa salida, esa sacada de plano, es finalmente lo que va preparar a esa persona para ser tolerante […]. El arte está hecho de amor, al fin y al cabo, creo que nadie hace arte odiándo. Todos los que hacemos arte lo hacemos con mucho amor, este camino, esta carrera, son manifestaciones afectivas finalmente hacia uno mismo, hacia el prójimo y hacia el mundo.

JM: Me gustaría ahora abordar un poco tu trabajo en los talleres virtuales que estás dando en Estampida. ¿Cómo nace esta idea?, ¿qué crees que sea lo que caracteriza a tu propuesta? Me pareció interesante algo que dijiste en uno de esos talleres, «los artistas somos terroristas de la ortodoxia». Tal vez, pienso, los profesores también podrían serlo. En épocas de terruqueo, darle la vuelta a esa etiqueta, con tal connotación fatídica, es un acto peligroso y potente también.

D: Bueno para empezar yo tengo un taller de serigrafía. Mi práctica artística es la de un grabador, no soy uno tradicional pero en un punto de mi vida decidí que tenía que tener un espacio de grabado en mi casa, para poder hacer mi obra y eso derivó en que mucha gente requiriera mis servicios gráficos. Un grabador es un tipo técnico, que sabe cómo usar la técnica, en mi caso la serigrafía. Abrí el taller y la gente empezó a venir, ya no solo artistas plásticos, sino también diseñadores, ilustradores, dibujantes, gente que quería aprender al final.

Llegó la cuarentena y la realidad me gritaba que ya no podía abrir mi taller como antes, entonces como sabía que era algo temporal y que de todas maneras mi trabajo

iba a volver eventualmente, quería que se fortalezcan un poco las ideas que están detrás de todo mi oficio. Decidí que era el momento de poner en evidencia mi filosofía, el conjunto de pensamientos o de directrices que me mueven como artista, mostrándolos como clase. Sentía que yo tenía que mostrar o hacer valer un poco mi experiencia en eso y darle al taller ese espíritu de espacio artístico, de grabado, de serigrafía sí, pero sobre todo un espacio creativo que aporta conocimientos también. Es por eso que decidí hacer las clases en torno a conceptos de arte muy básicos, como composición, línea, creatividad, ego. Son conceptos muy abiertos y muy presentes en toda la manifestación artística, y que yo también he reflexionado a lo largo de mi vida.

Ha resultado algo muy divertido porque igual se filtra mi personalidad, soy una persona que para mucho en plan broma, y eso se nota en todo lo que hago y en mi clases también. Parto de ejemplos muy prácticos para explicar cosas muy complejas, ¿cómo explicamos el gusto de la gente? Digamos qué nos gusta y qué no nos gusta, ¿cómo explicamos lo que es un punto? Tú puedes decir ‘oye, un punto es sólo un punto’ pero ¿qué es realmente? Acá vamos a entenderlo desde un lado estético, un lado físico, un lado artístico, hay muchos modos de verlo.

Lo que yo quería finalmente con estas clases es que, luego de que pase la cuarentena, la gente esté más dispuesta a ver el arte de la manera en que yo lo veo y a darle valor a la acción creativa.  Eso es lo que pasaba acá en mi taller: la gente no manda a imprimir con una impresora sus obras, los artistas vienen ellos mismos, pasan la tinta, pasan la rasqueta, presionan, hacen todo el proceso y al final esa obra se carga de un valor. A veces la gente dice que no entiende el arte pero realmente no hay mucho que entender, simplemente hay que disfrutar. Y sí, yo me pongo en un plan como si fuera un bufón o un niño que le dice ‘oye, ¿por qué has puesto ese color?, ¿por qué hiciste esta línea?, ¿por qué tu línea es rasposa y no recta? Ese tipo de preguntas creo que nos acercan a la comprensión del arte que yo busco, la del niño que se sorprende por cada color, por cada línea, por cada forma que encuentra en su camino.

JM: Una cosa que me llamó la atención desde el inicio fue que las clases parten de preguntas que te hacen los seguidores. Alguna vez me comentaste que hay algo de filosofía en tu propuesta artístico-educativa. No suelen ser preguntas realmente filosóficas, sino más bien las del tipo que se vierten en redes sociales, que buscan una respuesta inmediata. Pero lo curioso es la manera que las abordas para iniciar la clase y cómo le das un giro para pensar en algunos conceptos propios de la creación artística. Por ejemplo, la primera clase te preguntan «¿cómo te enfrentas a la hoja en blanco?», lo cual parece ser una pregunta que clama por una respuesta práctica, y tú la usas para empezar una reflexión sobre el vacío, la nada y la creación. ¿Qué importancia tienen las preguntas y la manera de abordarlas para el desarrollo de la clase?

D: La curiosidad es un detonante creativo todo el tiempo, las preguntas son importantes porque es lo que la gente está viendo desde fuera y creo que son preguntas que cualquier persona le quisiera hacer a cualquier artista. Son preguntas que por más que pasen los años, las personas se van a seguir preguntando porque el arte esconde un misterio: por más que uno vea cómo el artista hace una obra, no lo puede resolver, porque pasa por su talento, que es tan único. Ese espectáculo de ver al artista resolviendo una obra de arte siempre va a concitar atención, curiosidad. La pregunta es importante porque nos va a ubicar justamente en un escenario práctico, en un escenario cotidiano que va hacer que al final la gente que hace esas preguntas se vaya a dormir sabiendo que no necesitaba una respuesta escrita sino más bien, una acción.

JM: Otra cosa que me llama la atención son los recursos que empleas al grabar las clases. En épocas en que podemos acceder a un montón de recursos tecnológicos de edición de video, más o menos profesionales, tú decides grabar con el celular tu pantalla de la laptop para mostrar un video o poner música en vez de insertarlo directamente a través de la edición. Usas una pizarra de tiza para presentar el tema de la clase, cuando podrías poner un título en el mismo video. Traes a la virtualidad cierta materialidad. Me habías comentado que estas decisiones tienen  que ver con cierta estética que buscas darle a las clases. Pero también me venía a la mente una idea de un educador argentino, Daniel Brailovsky, quien propone que, en estos tiempo de virtualidad exacerbada, sería importante buscar gestos que «humanicen la frialdad de las TICs», como abrir un libro frente a la cámara y leer juntos, escribir a mano, usar la pizarra. Todo esto como una forma simbólica de no desligarnos de esa materialidad.

D: Sí, es un poco eso. Es un estilo que busca referenciar la realidad del taller: no es un aula de clases, no es un aula universitaria. Es un recurso que se da en principio por una falta de recursos. Pero también es eso que mencionas, acercar a la gente a ese proceso clásico de la enseñanza y mostrar mi filosofía. Me valgo de los mismos recursos que tengo en mi taller, mi laptop, la pequeña pizarrita que uso para organizar mi semana, utilizo el recurso del celular, una edición muy amateur, con el fin de demostrar que la reflexión no se tiene que dar en un aula con lo máximos estándares de calidad académica, sino que la educación o la reflexión puede darse en cualquier lugar. Ese es el acercamiento que quiero dar. Grabo de mi celular la computadora cuando podría insertar el video ahí, es un facilismo de mi parte, pero también es para que la gente se sienta parte. Ahí también hay una reflexión y creo que eso es también parte de mi discurso.

Yo me asumo como un millennial, para empezar, es algo que lo he dicho, y un millennial es parte de una generación que ha nacido con el recurso audiovisual como una realidad, algo que ha acompañado nuestro crecimiento educativo y al que poco a poco alcanzamos dominar. Quizás Las generaciones que vienen después ya lo tenga inserto en su manera de comunicarse. Creo que el canal refleja que el taller es administrado por un millennial y eso también es parte de su estilo. […] Ser los primeros nativos digitales nos genera cierta comodidad con estos medios, pero también la evolución rápida de las TIC’s nos va a dejar desorientados en algún momento, entonces creo que estoy yendo hacia ese estilo del millennial que resuelve sin muchos recursos pero llegando a ser efectivo.