Filosofía (Entre Paréntesis), Reflexiones

Educación virtual en tiempos de crisis 2.0

Este artículo es una segunda entrega que intenta recopilar las ideas que se pusieron en juego en un ejercicio de pensar colectivamente los desafíos y posibilidades de la educación en estos tiempos de crisis. En ese sentido, hay algo de continuación pero también algo de ruptura, no solo con respecto de la primera entrega, sino a lo largo de toda una conversación que duró cerca de dos meses. Habíamos dicho que, de cierta forma, este ejercicio había sido un ensayo de pensamiento, en el sentido de probar, tantear. Es por ello que esta segunda entrega difiere en forma de la primera, aquí presentamos los diálogos tal cual, esperando que quien haya leído ambas entregas pueda experimentar diferentes formas de acercamiento a nuestro ejercicio e invitándolas a dialogar con nosotras.


Pandemia, cuarentena y educación: un tema (in)eludible

Sin duda, la palabra “coronavirus” debe ser una de las más pronunciadas en los últimos meses. Es difícil pensar que haya otra cosa que pueda captar tanta atención en estos momentos como todo lo que deriva del brote de esta pandemia y sus consecuencias en la sociedad y en la intimidad de las vidas de las personas. La educación, como veníamos diciendo, no se salva. Las redes sociales se han inundado de webinars, livestreams y workshops (el inglés no es gratuito) que combinan de todas las formas imaginables las palabras “educación” o “escuela” con cualquier otro término propio de la coyuntura actual. Y, probablemente, la pregunta que ronda a muchas maestras y maestros desde el inicio de la emergencia podría traducirse en: ¿qué de todo esto que estamos pasando es pertinente abordar en el ámbito educativo?

  • Vania: Creo que a nivel de contenidos de discusión, todos los aspectos pueden ser abordados en las clases virtuales, lo que debemos cuidar es nuestra pretensión o el alcance de nuestros tratamientos. Es decir, en tanto esta crisis está en proceso y no podemos saber cómo se desarrollará, no podemos pretender abordar estos temas y alcanzar un conocimiento seguro sobre las consecuencias de la pandemia, por ejemplo, Asimismo, hay que tener cuidado con el tono con el cual introducimos tales temas de discusión, para no ser alarmistas y asustar a los estudiantes,  pero tampoco ser poco sensibles a lo crítica de la situación e invisibilizar los problemas y consecuencias reales desencadenados.
  • Alejandra: Las miradas de cada alumno frente a esta situación están íntimamente relacionadas a las de su familia y, aunque en muchas situaciones no sea ideal, también por los medios de comunicación. Los estudiantes están más cercanos que nunca a este aislamiento y a todos los efectos que ha traído. Cada vez que me conecto a una clase virtual es imposible iniciarla si es que mis alumnos no han expresado lo mal que se sienten en muchos aspectos y lo extraño que es esta situación para ellos. La información está a su disposición y no abordarla es casi imposible; por esto, desde nuestro lado, tenemos una tarea fundamental: escucharlos, procesar junto a ellos, analizar los hechos que los muevan y brindarles la oportunidad y el espacio para generar conclusiones desde tu propia mirada de lo que el mundo experimenta hoy.
  • José María: Es importante eso que comentas Ale, poner atención a lo que les está sucediendo a los estudiantes y cómo están viviendo esta situación. En ese sentido, creo que es necesario abordar la experiencia singular de cada uno de los chicos y crear el ambiente propicio para que puedan compartirlo. Por otro lado, se pueden abordar distintos aspectos de lo que estamos atravesando y el espacio escolar virtual puede ser una oportunidad para pensar la coyuntura. Por poner un ejemplo me gustaría hacer referencia a una clase de literatura que tuvo Ale en una de las primeras semanas del estado de emergencia, donde trabajó el cuento “Algo muy grave va suceder en este pueblo” de García Márquez. Estuve pensando en la potencia de la literatura para crear mundos y, también, mostrar el mundo. En ese sentido, este pequeño cuento tiene mucho y nada que ver con la vida que estamos llevando. Me imagino a los chicos y chicas leyendo, explorando caminos inhóspitos, extraviandose en la historia… para luego encontrarse, encontrarse con que lo que sucede en el cuento guarda una extraña y estrecha relación con algunas cosas que están pasando ahí afuera, o que pasan aquí adentro. Me gustaría que nos compartieras algo de esa experiencia, Ale. Este es solo un ejemplo de los múltiples aspectos de la coyuntura actual que son susceptibles de ser abordados desde distintos cursos. Sin embargo, hay una idea que me viene rondando la mente los últimos días, y es que hay que tener cuidado con la saturación a estos temas. Es cierto que esta situación que pasamos es probablemente nuestra mayor preocupación y, justamente por eso, podríamos estar asistiendo a una sobreexposición a todo lo que tenga que ver con la pandemia. Entonces, creo que las profesoras deben ser sumamente cuidadosos para ponderar hasta qué punto es pertinente seguir dándole al tema y en qué momento es necesario darnos un respiro, una pausa, una suspensión.
  • Alejandra: Las experiencias con mis grupos son realmente tesoros que nutren mi práctica docente todo el tiempo. Me pierdo, tal vez de manera romántica, en la forma en la que un cuento, un poema, una reflexión puede desencadenar un espacio de interacción educativa. La clase de Literatura que mencionas, Jose, no fue la excepción. Pepe me sugirió el cuento y al recordarlo me pareció increíble la forma y el potencial que podría tener. Desde el inicio de la clase ya se podían escuchar comentarios de lo mucho que les había gustado, puesto que casi todos no se habían podido resistir y lo habían leído el día anterior al saber que lo analizaríamos en clase. La relectura fue precisa y el diálogo surgió espontáneo. El análisis y la reflexión con respecto al estilo de Márquez y la construcción de sus personajes, lo cíclico del cuento y otros aspectos construyeron un coloquio interesante que nos hizo sentir por un momento que no estábamos detrás de la pantalla. La clase cerró con la propuesta de crear cuentos con temáticas apocalípticas o relacionadas a la pandemia. Esta también es una forma, por ejemplo, de abordar la situación mundial actual; pero sin saturar a los chicos con cifras, noticias desalentadoras y otras informaciones que pueden realmente estresarlos. En conclusión, se trata de estar muy atento al ritmo en el que ellos procesan la realidad y de generar un espacio de confianza en el que puedan manifestar que desean cambiar de tema  o que sus intereses se están inclinando por diferentes ramas.
  • Vania: En efecto, creo que los maestros más que nunca deben enfatizar su rol como oyentes atentos frente a esta experiencia que resulta novedosa para todos, para poder, juntos, hacer sentido de lo que está pasando. Como dice Jose, es necesario generar un ambiente propicio, lo cual a veces es difícil ya que estamos aprendiendo cómo usar este medio virtual en la práctica misma. Ahora, como también menciona José, no es necesario ni siempre recomendable tratar directa y constantemente temas relacionados a la crisis actual, hay muchos otros temas que podemos tratar y vincularlos tangencialmente con la situación. Creo que el punto de partida deben ser las preocupaciones e intereses de los estudiantes, que no siempre son los mismos que los nuestros, ya que sus lecturas suelen variar y ofrecer diferentes luces.
  • José María: Acabo de caer en la cuenta de algo no menos curioso. Empezamos a escribir este artículo hace varias semanas atrás, cuando la cuarentena recién empezaba, y ahora la incertidumbre sobre algunos asuntos se ha ido disipando y en otros casos todo lo contrario. Lo cierto es que ahora estamos ante un panorama de virtualidad educativa indefinida y hace poco el MINEDU sacó una resolución con las orientaciones pedagógicas para la educación a distancia. Una de las disposiciones en este documento es que se deben priorizar las competencias que puedan ayudar a analizar y comprender el fenómeno que estamos atravesando. En algún sentido, lo que propone el MINEDU no es otra cosa que lo que venimos discutiendo aquí y realizando en los espacios educativos virtuales del colegio; es decir, contextualizar las clases a distintos aspectos de la crisis producida por el COVID-19. Me gustaría pensar esto como algo positivo, el habernos anticipado, pero también me preocupa toda la atención que se está dando a este asunto desde el ámbito educativo público y privado. Volviendo a un cuestionamiento anterior sobre el tipo de suspensión que podría ofrecer ahora la escuela desde la virtualidad, ¿no podría ser alguna especie de suspensión de toda la crisis que estamos viviendo para permitirnos relacionarnos sin las tensiones del aislamiento, el miedo, el ruido de los medios de comunicación?

Scholé y educación a distancia

Es cierto que la educación no puede operar desligada de su contexto, pero, también es cierto, que va mucho más allá de lo que estamos viviendo. Porque como decíamos en la primera entrega, versa entre lo estamos siendo/haciendo y lo que podemos ser/hacer, lo posible. Así, aquí nos gustaría diferenciar la idea de la escuela como institución y la escuela como forma (scholé). Para Masschelein y Simons1, la escuela, en tanto scholé, ofrece un tiempo libre igualitario, desligado de las exigencias de la sociedad y del hogar. En esta línea, otra de nuestras indagaciones se orienta a la forma en que la crisis,  caracterizada por ser una suspensión de la experiencia ordinaria, se conjuga con la idea original de escuela como scholé (tiempo libre, espacio de suspensión).

  • Vania: La idea original de scholé como espacio de suspensión del tiempo cronológico y una suerte de refugio del tiempo libre tiene sentido, justamente, en un contexto donde lo normal es el régimen del tiempo productivo, y lo extraordinario es ese cese. Sin embargo, esta crisis supone una transformación -no necesariamente permanente- de la temporalidad normal. Pareciera que estamos en un permanente tiempo libre, y, en esa línea, no tendría sentido instaurar un espacio de suspensión de ese tiempo para asegurar que todos puedan acceder al tiempo libre. No obstante, creo que esta apariencia es algo tramposa: no creo que la mayoría de personas del mundo estén experimentando un tiempo libre continuo en estos días, exento de las exigencias de la productividad del capitalismo. Eso es un privilegio para ciertas clases sociales, personas sin necesidad de trabajar para asegurar su subsistencia y tal vez niños muy pequeños que no se han visto obligados a continuar sus labores educativas virtualmente. El resto de nosotros simplemente hemos visto la transformación del modelo de trabajo presencial, con horario fijo, a uno de teletrabajo en el que el horario fijo se desdibuja y hay cierta sensación de permanente disponibilidad al empleador. Ahora, es cierto que tal modelo de trabajo previo no era la norma universal para todos -pensemos en trabajadores independientes, académicos, etc., cuyo modelo de trabajo ha empezado a extenderse en los últimos años-, lo particular de esta situación es que estos modelos que resultaban la excepción a la regla, ahora se vuelven la norma, extendiéndose a otros sectores. En el caso de los estudiantes en edad escolar, creo que ellos tampoco están experimentando un constante tiempo libre, mas sí ha cambiado su percepción de la temporalidad. Entonces, tenemos que pensar qué tipo de suspensión ha de suponer la escuela frente a este nuevo contexto, cómo ha de ser este espacio, cómo pensar ahora el tiempo libre, libre de qué tipo de exigencias cronológicas-productivas.
  • José María: ¿Qué tipo de suspensión puede producir una escuela anclada en la virtualidad? Es una pregunta difícil de responder, porque deberíamos pensar también en si verdaderamente las escuelas (pre-covid) ejercían algún tipo de suspensión del mundo productivo y del trabajo. Creo que las escuelas de nuestros tiempos, salvo algunas excepciones, distan mucho de esa idea de scholê y el establecimiento del tiempo libre como tiempo liberado de carga productiva. Lo dicen esos eslóganes marketeros y sus promesas de educar los ciudadanos del mañana, que ofrecen desarrollar una serie de competencias que permitirán que, al acabar la escuela, puedan salir al mundo, que termina siendo el mundo del mercado, en realidad. Así, la educación puesta en el futuro desecha aquello que no tiene una utilidad o productividad (la filosofía, por ejemplo) para moldear ese ideal o potencial persona. No hay tal suspensión, entonces. El reto, ahora más que nunca, sigue siendo encontrar la manera de educar sin que esas actividades estén sujetas a los intereses externos o a demandas de productividad, del tiempo y de los saberes.
  • Alejandra: Pareciera que traer a la mente “tiempo libre” es simplemente irónico en este contexto. Coincido totalmente contigo, Vania, con respecto a esta trampa en la que nos vemos envueltos y le agrego una frustración personal frente a las apariencias de las redes sociales en las que algunos usuarios manifiestan aburrimiento extremo y otros, habilidades extraordinarias que no sabían que tenían o simplemente una suerte de actividades nunca antes pensadas pero atractivas que ahora son una posibilidad gracias a este “tiempo libre”. Una vez más, la escuela debe asumir el reto de generar una pausa dentro de la pausa; es decir, fomentar una propuesta que maneje opciones para que los alumnos no se pierdan en el hastío de lo que implica este nuevo concepto de lo ordinario. Este ideal, no obstante, se enfrenta a algunas oposiciones, principalmente de algunos padres que aparentemente han olvidado que también son ellos los que buscan de un modo u otro experimentar este disfrute del tiempo, este ocio señalado como improductivo; pero sumamente necesario para escapar de la cotidianidad y darle una oportunidad al alumno de abandonarla y pararse desde otro lado para pensar, sentir o simplemente ser.
  • Vania: Es verdad lo que dice José, esto es, que de hecho las escuelas ahora no ofrecen este espacio de suspensión recogido en el sentido original de la scholé; sin embargo, no creo que eso anule la pregunta de cómo conjugar esta idea con la situación actual. Como menciona Alejandra, la escuela puede ser, en este momento, un espacio de refugio en esta crisis que implica cambios en nuestra noción de lo ordinario o normal, para deternos a pensar y sentir.  Creo que el reto está en cómo posibilitar este espacio en el medio virtual, sin ceder a las demandas de productividad (de la sociedad, el Estado o algunos padres) y sin caer en lo superficial, que sea un espacio de suspensión, pero con sentido, lograr el compromiso de los estudiantes a pesar de la distancia y el medio.
  • Alejandra: Me quedo totalmente inmersa en tu última idea “lograr el compromiso de los estudiantes a pesar de la distancia y el medio”.  Me parece que siempre ha sido un reto para los maestros y actualmente se convierte en una preocupación. No tengo una respuesta clara ni un método efectivo solo la convicción de no parar de pensar y mirar atentamente la forma más idónea de brindar las condiciones para que mis estudiantes encuentren el sentido de la suspensión que es tan necesario.

Pero, la idea de la escuela como scholé también precisa de que este tiempo libre esté al alcance de todos y todas, más allá de las desigualdades. Entonces, nos preguntamos en qué medida esta crisis y la educación a distancia supone una verdadera democratización de la escuela y cómo se integra esto con el papel de las familias.

  • Vania: se suele hablar del potencial democratizador de la tecnología, en tanto, en principio, permitiría un mayor alcance, a personas alejadas geográficamente de los lugares donde se concentra la oferta educativa, personas con discapacidad que no pueden moverse con facilidad hacia los centros educativos, personas que, por necesidades económicas, tienen que trabajar o personas que tienen que cuidar a familiares y se les dificulta respetar los horarios establecidos, etc. Esto, en la situación ideal de que todos estén en iguales condiciones materiales para acceder a las herramientas tecnológicas necesarias para acceder a la educación virtual, lo cual no es el caso en la mayor parte del mundo, y particularmente en este país, donde no solo se trata de la carencia individual de tales herramientas, sino de la falta de infraestructura necesaria en extensas zonas del país para que las personas siquiera puedan usar herramientas, si acaso pueden conseguirlas. Además, si consideramos que no todas las personas están pasando esta cuarentena de la misma manera, ya que, como mencioné, muchos tienen que usar su tiempo para asegurar su subsistencia y no están disfrutando de un tiempo libre de las exigencias del capitalismo. El hecho de que los estudiantes ya no estén obligados a salir de sus casas e ir a la institución educativa, implica que muchos perderán tal refugio, y no olvidemos que los hogares no siempre son lugares seguros, sino que puede haber violencia o malos tratos presentes.
  • José María: La suspensión que opera en la escuela no es solo la de la temporalidad del mundo productivo y sus exigencias, también hay una suspensión de los roles asignados fuera de la escuela. Para Masschelein y Simons, cuando las niñas y niños ingresan al espacio escolar, cuando cruzan ese umbral, dejando atrás a los padres y madres, dejan de ser (provisoriamente) hijas e hijos, se desprenden de su historia y entorno familiar para convertirse en estudiantes, como todas las demás. Esto se torna problemático en la educación virtual, sea porque muchxs niños, sobre todo los más pequeños, necesitan del acompañamiento de sus padres para usar las herramientas tecnológicas o porque el mismo espacio del hogar podría dificultar ese cambio de rol de hijas a estudiantes. En cierto sentido, la suspensión que se da en la escuela se presenta en dos niveles,  concreto y simbólico. Los muros que delimitan el espacio escolar separan, literalmente, a los estudiantes del mundo de afuera y se establecen reglas y formas de relacionarse propias de la escuela. Esa suspensión a nivel concreto, facilita que se de una suspensión a nivel simbólico. Esto es algo que se presenta de manera distinta en la virtualidad, pues, al no haber delimitación del espacio físico escolar, se traslapan roles, momentos y exigencias que dificultan esa suspensión a nivel simbólico.
  • Alejandra: Es imposible, en estos tiempos, pensar en democratización de la escuela sin tomar en cuenta que el concepto de democracia debe existir primero en la dinámica que se desarrolla en el hogar. Es justamente esta nueva cotidianeidad la que está resaltando, aún más, una clara deficiencia en el sistema autoritario en las familias que así manejan su convivencia. Es que, indudablemente, frente a una opresión existirá rebeldía e hijas o hijos que no quieren ser fiscalizados por padres que observan atentamente, gracias a la permanencia en casa, todas sus conductas y reacciones que son, además, juzgadas inmediatamente. Frente a este hecho, pueden existir dos actitudes: una la de la angustia de ya no tener un espacio en libertad en el que se puede elegir independientemente y manifestar los agrados y desagrados entre los pares o con los maestros; otra, la total indiferencia, que para mí, en realidad esconde tristeza, al no poder expresar los deseos, ideas o simplemente tener la libertad de ser uno mismo así como en la escuela en la que esto es posible en mayor o menor medida, pero es posible al fin y al cabo. Pensar en una verdadera democratización de la escuela implica, por su puesto, en primera instancia, que todos puedan acceder a ella; pero también, en un aspecto más profundo, requiere respeto de padres a hijos y viceversa para poder tener la libertad de escoger cómo y desde dónde acercarse a esta nueva escuela que está en construcción y que no debe alejarse de la búsqueda incansable de incluir a todos.
  • Vania: Creo que es importante la suspensión de roles de la que habla José y que, además, esta no solo se vincula a las condiciones materiales para acceder a la tecnología necesaria para llevar a cabo las clases virtuales sino la disposición y dinámicas familiares necesarias para que sea una experiencia exitosa para todos. Entonces, definitivamente el paso al medio virtual no garantiza una verdadera democratización de la escuela, esta sigue siendo un reto, con nuevas aristas.
  • José María: Sí es cierto, las dinámicas familiares también entran en juego para poder llevar a cabo estos espacios educativos virtuales. Pero creo que también los roles familiares se transforman. De un tiempo a esta parte, los padres y madres han ido reduciendo su participación en el proceso educativo de sus hijos e hijas. Quizás la posibilidad de una educación virtual pone en manifiesto esta ausencia y crea una necesidad de reestructurar la participación de la familia en la educación. Me gusta la palabra acompañar como gesto educativo, tanto de maestras como de familiares.
  • Alejandra: Ahora que han pasado varias semanas de esta experiencia en la que lo virtual es el único medio de comunicarnos con nuestros alumnos y con sus padres, siento que todo se está ordenando poco a poco. Observo con satisfacción que la mayoría de mis estudiantes se compromete al máximo con su proceso educativo y que, por defecto, sus padres se sienten tranquilos al verlos no solo aprender sino disfrutar de sus clases. He recibido muchos mensajes de agradecimiento, de calma y de preocupación porque el proceso de los alumnos sea idóneo y puedan aprovecharlo al máximo. Esto me hace sentir complacida al notar que la convivencia siempre se reinventa y que puede ir por ese camino de democracia, de respeto, de acuerdos.

Se hace tarde y la conversación ya se ha extendido por varias semanas. Lo interesante de este ejercicio es que comenzó con una serie de preguntas que, aunque han sido pensadas y dialogadas con detenimiento, no han encontrado respuestas certeras sino quizás nuevas preguntas que quedan rebotando para quien quiera acogerlas: ¿se puede realmente hacer escuela (en términos de scholé) desde casa? ¿realmente la escuela desde la virtualidad puede generar algún tipo de suspensión/detención? ¿qué distancia hay entre la escuela como la conocemos hoy y la escuela como scholé? ¿puede este tiempo permitirnos pensar la escuela que queremos? ¿cuál es esa escuela que queremos? Y así, y así…

Notas:

[1] Masschelein, Jan y Marteen Simons. 2014. Defensa de la escuela. Buenos Aires: Miño y Dávila.